Evangelio según san Marcos 6, 30-34
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Entonces él les dijo:
"Vengan conmigo a un lugar solitario para que descansen un poco".
Porque eran tantos los que iban y venían, que no les dejaban tiempo ni para comer. Jesús y sus apóstoles se dirigieron en una barca hacia un lugar apartado y tranquilo. La gente los vio irse y los reconoció; entonces, de todos los poblados fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron.
Cuando Jesús desembarcó, vio una numerosa multitud que lo estaba esperando y se compadeció de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles muchas cosas.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Salmo 33
Bendigamos al Señor a todas horas.
Bendeciré al Señor a todas horas, no cesará mi boca de alabarlo. Yo me siento orgulloso del Señor; que se alegre su pueblo al escucharlo.
Bendigamos al Señor a todas horas.
Proclamemos qué grande es el Señor y alabemos su nombre. Cuando acudí al Señor, me hizo caso y me libró de todos mis temores.
Bendigamos al Señor a todas horas.
Vuélvanse a él y quedarán radiantes, jamás se sentirán decepcionados. El Señor siempre escucha al afligido, de su tribulación lo pone a salvo.
Bendigamos al Señor a todas horas.
A quien teme al Señor, el ángel del Señor lo salva y cuida. ¡Prueben! Verán qué bueno es el Señor; dichoso quien en él confía.
Bendigamos al Señor a todas horas.
Que amen al Señor todos sus fieles, pues nada faltará a quienes lo aman. El rico empobrece y pasa hambre; a quien busca al Señor nada le falta.
Bendigamos al Señor a todas horas
Bendigamos al Señor a todas horas.
Bendeciré al Señor a todas horas, no cesará mi boca de alabarlo. Yo me siento orgulloso del Señor; que se alegre su pueblo al escucharlo.
Bendigamos al Señor a todas horas.
Proclamemos qué grande es el Señor y alabemos su nombre. Cuando acudí al Señor, me hizo caso y me libró de todos mis temores.
Bendigamos al Señor a todas horas.
Vuélvanse a él y quedarán radiantes, jamás se sentirán decepcionados. El Señor siempre escucha al afligido, de su tribulación lo pone a salvo.
Bendigamos al Señor a todas horas.
A quien teme al Señor, el ángel del Señor lo salva y cuida. ¡Prueben! Verán qué bueno es el Señor; dichoso quien en él confía.
Bendigamos al Señor a todas horas.
Que amen al Señor todos sus fieles, pues nada faltará a quienes lo aman. El rico empobrece y pasa hambre; a quien busca al Señor nada le falta.
Bendigamos al Señor a todas horas
Glorioso San Cayetano, que tanto apreciasteis la práctica saludable de la oración, que vuestra vida fue una oración continua, y a este provechoso ejercicio dedicabais particularmente hasta ocho horas diarias; haced que estemos plenamente convencidos que todo se alcanza mediante la oración y nada se puede esperar sin ella y que todas nuestras oraciones vayan acompañadas de viva, fe, reverente atención, profunda humildad, filial confianza e inagotable perseverancia. Amén
San Cayetano, presbítero(1480-1547)
Hijo de condes y natural de Vicenza, Italia, tenía Cayetano un gran futuro cuando estudiaba Derecho en la Universidad de Padua y luego, después de recibir la indispensable tonsura, cuando fue protonotario apostólico en la Curia de Roma.
Fue secretario privado del Papa Julio segundo. Cayetano sobresalió por ser muy piadoso, humilde y generoso. Dedicaba sus tiempos libres a atender a los enfermos. Creó los "Montes de piedad" para prestar dinero a la gente muy pobre. Junto con su amigo Juan Pedro Caraffa (luego será el Papa Pablo IV), fundó una sociedad de clérigos dedicados a la predicación y al servicio litúrgico. Estos clérigos fueron llamados "Teatinos", nombre derivado de la diócesis en que Caraffa fue obispo. Aprendamos de su amor por los pobres y los enfermos.
Oremos con San Cayetano
Oh glorioso San Cayetano Padre de la Providencia!, no permitas que en mi casa me falte la subsistencia y de tu liberal mano una limosna te pido en lo temporal y humano.
¡Oh glorioso San Cayetano!, Providencia, Providencia, Providencia.
(Aquí se pide la gracia que se desea conseguir)
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Glorioso San Cayetano, interceded por nosotros ante la Divina Providencia
Glorioso San Cayetano, aclamado por todos los pueblos padre de providencia porque socorres con grandes milagros a cuantos te invocan en sus necesidades: acudo a tu altar, suplicando que presentes al Señor los deseos que confiadamente deposito en tus manos.
(Aquí se expresan las gracias que se desea obtener)
Haz que estas gracias, que ahora te pido, me ayuden a buscar siempre el Reino de Dios y su Justicia, sabiendo que Dios (que viste de hermosura las flores del campo y alimenta con largueza las aves del cielo) me dará las demás cosas por añadidura. Amén.
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