martes, 20 de diciembre de 2011

Todo el que mire hacia Belén podrá contemplar a Jesús Niño, acompañado de María y de José; "


Que brille la luz de ustedes ante los hombres, dice el Señor, para que, viendo las buenas obras que ustedes hacen, den gloria a su Padre, que está en los cielos.

En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: "Yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por sus ovejas. En cambio, el asalariado, el que no es el pastor ni el dueño de las ovejas, cuando ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; el lobo se arroja sobre ellas y las dispersa, porque a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el buen pastor, porque conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí, así como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre. Yo doy la vida por mis ovejas. Tengo además otras ovejas que no son de este redil y es necesario que las traiga también a ellas; escucharán mi voz y habrá un solo rebaño y un solo pastor". Palabra del Señor. san Juan 10, 11-16

La Confesión es también el sacramento, junto a la Sagrada Eucaristía, que nos dispone para el encuentro definitivo con Cristo al fin de nuestra existencia. Toda nuestra vida es un continuado adviento, una espera del instante último para el que no dejamos de prepararnos día tras día. Nos consuela pensar que es el mismo Señor quien ardientemente desea que estemos con Él en la tierra nueva.
La necesidad de este sacramento, fuente de gracia y de misericordia a lo largo de toda nuestra vida, se pone especialmente de manifiesto en este tiempo en el que la liturgia de la Iglesia nos impulsa y nos anima a esperar la Navidad. Ella nos ayuda a rezar pidiendo: Señor Dios, que para librar al hombre de la antigua esclavitud del pecado enviaste a tu Hijo a este mundo; concede, a los que esperamos con devoción su venida, la gracia de tu perdón soberano y el premio de la libertad verdadera.

La Navidad es una llamada a la pureza interior.
Todo el que mire hacia Belén podrá contemplar a Jesús Niño, acompañado de María y de José; todo el que mire con corazón puro, porque Dios sólo se manifiesta a los limpios de corazón (Mateo 5, 8).
De un corazón puro nace la alegría, una mirada penetrante para lo divino, la confianza en Dios, el arrepentimiento sincero, el propio conocimiento y de nuestros pecados, la verdadera humildad, y un gran amor a Dios y a los demás. El Señor llama bienaventurados y felices a quienes guardan su corazón. Y ésta es tarea de cada día.

Jesús, que aprenda de Ti a ser humilde, a cumplir libremente la voluntad de Dios, como lo hiciste Tú durante toda tu vida: desde Belén basta el Calvario. Sólo así encontraré esa paz interior que, junto con la alegría, es uno de los frutos más característicos de la vida cristiana.

Amigos, Dios siempre se cruza en nuestro camino para provocar un encuentro con nosotros. Hecho niño nos viene a buscar especialmente en Navidad y espera ser bien recibido. La Virgen Maria puede ayudarnos a prepara un lugar que no importa que sea pobre, basta que esté preparado con amor. le pedimos a Nuestra Madre que asi como entregó al niño a San Cayetano, lo ponga tambien en nuestros brazos y le prometemos ser portadores de Él, y llevarselo a la familia, a los vecinos, al barrio, y especialmente a quienes mas lo necesiten.

Oracion de las Familias
Sagrada Familia de Nazaret: enséñanos el recogimiento, la interioridad; danos la disposición de escuchar las buenas inspiraciones y las palabras de los verdaderos maestros. Enséñanos la necesidad del trabajo de reparación, del estudio, de la vida interior personal, de la oración, que sólo Dios ve en lo secreto;enséñanos lo que es la familia, su comunión de amor, su belleza simple y austera, su carácter sagrado e inviolable. Amén.
Divino Salvador, bendecid todas nuestras obras, recompensad de una manera digna de Vos a todos los que trabajan por vuestra gloria, conceded la paz Conceded las gracias que le son necesarias para la conversión de los pecadores, santificación de los justos y aumento de vuestra cristiana familia, a fin de que seáis conocido y glorificado de todas las criaturas con María y José, y reinéis en todos los corazones ahora y siempre, ¡oh Vos!, que vivís y reináis con Dios Padre, en unidad del Espíritu Santo, por todos los siglos. Amén.

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